¡Céfiro que empujas!
sin permitirme ni avizorar atrás.
Presionas mis formas,
y con ondulante fuerza
das visaje cambiante a mi áurea y azufrada silueta de leviatán pesado.
A la vez fatuo y liviano,
me transportas,
me guías, con color aleonado,
entre la calma brisa
y el feroz impulso de un tornado.
Porteado me siento,
ni el camino respeto,
sutil,
a la vez que inevitable,
avanzo cuan lava rubia.
Médano con destino incierto,
azafrán colérico, cuando mi rumbo tomo
vehemente,
y expansivo.
Agostado océano,
tórrido y sin límite.
José Luis Esteban Morón.
Octubre del 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario